LA VIDA





Escribir es siempre apasionante, abre muchas posibilidades además. Durante muchos años este blog me ha acompañado, aunque he sido yo el que lo ha dejado botado. Aca escribo sobre mi vida como sacerdote y comparto también con uds. otras cosas que me interesan. Hablar y compartir la vida con otros es una maravillosa posibilidad que lamentablemente podemos perder tan fácilmente... no siempre se abren esas ventanas a hablar y dialogar. Siempre hay situaciones o hechos, o personas que terminan por enmudecer lo que podemos resolver y compartir dialogando.
Durante estos días, Chile y el mundo se han visto envueltos en problemas y verdaderas explosiones sociales que no se veían con esa virulencia hace mucho rato. Yo acá no pretendo analizar las causas de lo que hemos vivido (especialmente hablo de mi país), sino solamente destacar la importancia de dialogar para encontrar las soluciones a esos descontentos en las materias pendientes.




No creo la solución sea cerrarse en una postura, no dar posibilidades a hablar de lo que nos interesa. Eso crea confusión, aumenta la tensión y solo hace que se distancie algo tan simple: solucionar las cosas.
"Chile tiene vocación de entendimiento y no de enfrentamiento" nos recordó alguna vez el Cardenal Raúl Silva Henriquez en un contexto doloroso en Chile como fue la época del Gobierno Militar. Y esa frase no ha parado de sonar en mi cabeza estos dias al ver que nos hemos alejado del diálogo y algunos han optado por el enfrentamiento. No quiero ser yo el que proponga la solución aca, pero veo con claridad que necesitamos volver a encontrarnos, a mirarnos con respeto, limar las diferencias por un bien común: Solucionar problemas y volver a vivir en paz como sociedad.
En la Iglesia oramos por esa intención... esperemos que la sociedad también luche por las soluciones en paz.
La dignidad del ser humano es única, universal e irrenunciable.











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Ésta es la base fundamental de los llamados «derechos humanos» y no una arbitraria definición judicial o legislación humana. Sólo en la medida en que las diferentes legislaciones de nuestros países sean un reflejo de la ley natural que se deriva de este Plan de Dios para nosotros, estaremos realmente haciendo del mundo un lugar más humano y divino. Todo hombre abierto a la verdad con la luz de la razón y la gracia de Dios puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón (Cf. Rom 2,14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término.
La Iglesia Católica siempre ha hablado claramente en la promoción y defensa de la vida humana. En el momento de la unión del óvulo materno con el espermatozoide paterno ocurre el proceso de fecundación. La ciencia ha demostrado que desde el momento de la fecundación, el cigoto (célula surgida de esta unión) combina los cromosomas del óvulo y el espermatozoide, creando una realidad completamente nueva.

Sólo horas después de surgir, el cigoto comienza una intensa actividad celular de especialización, que permite determinar qué parte de esta microscópica realidad terminará convertida en el cerebro, el corazón, la columna vertebral o los músculos del nuevo ser humano. Sus dimensiones microscópicas no cambian el hecho de que este nuevo ser es un ser humano plenamente nuevo e independiente. Desde ese instante el nuevo ser ya es una unidad en cuerpo y alma, única e irrepetible, tiene toda la información genética necesaria para seguir desarrollándose hasta llegar a ser una persona adulta.
¿Por qué es tan problemático definir la vida? Ante todo, la vida no es una cosa palpable que se pueda tocar o ver bajo el microscopio. Al ser un estado de la energía, la vida no puede inducirse en un ser inerte. En la actualidad, no podemos transferir una configuración dada de la energía a ningún sistema.


Sabemos hacia donde se mueve la energía, la densidad de esa energía y la clase del movimiento de esa energía.
 La vida es un conjunto de microestados de la energía que se asocia con una demora en la dispersión espontánea de esa energía. La energía de los seres vivientes “salta” de un microestado a otro, siendo siempre controlada por ciertos operadores internos del mismo sistema termodinámico. Los Biólogos identificamos a tales operadores internos como enzimas. Esta es la razón por la cual consideramos que la transferencia de energía en los sistemas vivos es una coordinación no-espontánea de varios procesos espontáneos. Cualquier sistema en el Universo que sea capaz de coordinar los microestados de la energía en forma no-espontánea será una ser viviente.